martes, 11 de diciembre de 2012

Asidero


Presiento terremotos
Cons-tan-te-men-te
Re-la-cio-nar.
TODO

domingo, 2 de diciembre de 2012

Labrat



Genérico corría en su rueda por la noche, en frenesí constante, su corazón no latía, zumbaba. Sus ojos rojos no veían más que una sucesión de nadas. Porque por la mañana tocaba dormir hecho una bola bajo el serrín. Genérico intuía que aquel serrín era una mentira. Pero qué podía hacer sino olisquearlo con gusto.

Cristal, cristal, cristal, agujero.

Y de vez en cuando llegaba Gran Mano. Sólo a veces, pero desde hace mucho tiempo, Genérico imagina que Gran Mano pertenece a un gran bebé retrasado. ¿Cómo se explicaba si no la lluvia sin nubes? ¿El sustento que aparece siempre antes de agotarse del todo? ¿La sensación de que un ente cabrón te gasta una broma cuando menos te lo esperas? Pero claro, a Genérico se le olvidaban esas cosas cuando Gran Mano revolvía su hogar. Gran Mano siempre se acercaba a traición, desde algún lugar al que los ojos de Genérico no llegaban, sin mirar a la cara jamás. El único aviso posible era ese redoble pesado que hacía cosquillear el fondo del estómago.

Y de pronto, Genérico no sabía dónde estaba. Conocía el lugar por haber estado allí más veces, pero nunca sabría ubicarlo. Era el lugar en el que debía andar con los ojos entornados porque la luz hacía algo de daño, donde todos los sonidos que salían de su cuerpo se hacían más grandes que él, y por más que alzase el hocico, no percibía más que el tacto del aire rozándolo por dentro. Y siempre, la necesidad de explorar. Y al poco, la náusea. Y al final, el estremecimiento, como si de una mosca contra el cristal se tratara.

Lo normal era despertar de nuevo en su hogar, y encontrarse corriendo en su rueda.


domingo, 25 de noviembre de 2012

Control



Estuve una temporada flotando por la sustancia amarga del día
Buscando un lugar para acurrucarme y dormir
Gruñendo a las palomas y cazando mariposas.

El sol sale por mis pies y lo inunda todo
En la ducha, me ahogo un poco con el vapor de agua, y no sé si es por el agua caliente en exceso, o por el frío del aire blanco azulejo
Si me agacho, noto temblar una muela en la lejanía.

Sigo sin saber qué hacer con mi vida,
pero al menos tengo un par de lugares para reflexionar sobre ello.
Ello que me angustia lo justo, ello que me hace cosquillas por dentro, ello que me hace adecuar la voz para ello.

Palomitas a las 8 de la tarde, fluorescente en mi cogote a las 6, y calor de chimenea a las 4 de la madrugada.

Sopla

Aire

Domingo

viernes, 12 de octubre de 2012

Pire


A Nancy Fawles se le corría la tinta por el descuido de pasar la mano por el papel aún húmedo.
A Candy se le desbordaban palabras que comprendería días después con telarañas en el pecho arrullada por el autobús y bajo un sol decididamente otoñal.
Nancy mojaba el pincel en su boca por no moverse del suelo y dejar escapar lo que salía a borbotones de sus pequeñas manos.
Candy... dudaba. En medio de un cruce de cien caminos; donde como mínimo, querría tomar doscientos. Llovía dentro y fuera. Sobre su cerebro al descubierto y sobre su piel cubierta de miedo hecho vello erizado. Y fuera de esa lluvia, atardecía como nunca había atardecido el mundo.

Las cosas habían llegado a un punto de no retorno en el que todo era posible multiplicado por millones de veces. Candy se ahogaba dentro del ascensor, que no sabía ya si subía bajaba, o no se movía en absoluto. Nancy aún estaba peligrosamente a salvo, pero no por mucho tiempo.

lunes, 24 de septiembre de 2012

12 en junio y julio y 3 en febrero


Malditas tantas cosas y fragmentos de vidas explotando delante de espejos a media mañana.
Maldito amargor inesperado debajo de las uñas.
Sale lanzado al exterior propulsado por mecanismos primitivos y reflejos, de espejo, ya dije. Blanco, rojo y tal vez amarillento, hasta verduzco. Pinte frescos al amparo del frescor de la mañana!
Naître, vivre, mourir.
Nacer de cabeza, vivir de cabeza, pero y la muerte? Salir corriendo o aplazarla a lo sumo. Ahí puede estar el error.

Y las mitras y los falsos mártires, también.

jueves, 30 de agosto de 2012

Extremaunción


La farmacia rebosante de ancianos, la cola serpenteando por el pequeño establecimiento para optimizar espacio. El flujo de clientela no hacía más que crecer, ancianos subidos al mostrador, enganchados a los estantes, apilados, hacinados... DSTA. Detesto Saber Todo Ahora. Por eso van a olvidar, por buscar algo más fuerte que lo que les pueda ofrecer un bar. Y la farmacia abarrotada de anuncios de productos para adelgazar, tonificar, reducir... carne. Vientres planos, culos prietos, piernas de gamo y la madre de Bambi muerta.

Muerte.

Y una joven comprando acetona pura, que no utilizaría jamás en su vida. Y un joven comprando dextrometorfano hidrobromuro, que utilizaría asiduamente a lo largo de los próximos años.

Muerte, en definitiva.

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Me gusta ese momento en el que de pronto, sabes exactamente qué es lo que estás buscando.




martes, 21 de agosto de 2012

Ley de la silla


My hand the size of a coffee cup, his soul the size of a teaspoon.

El problema es que hay gente maravillosa en un mar de... gente que podría haberlo sido, que podría serlo. Que en media hora se desencadena una depresión severa. Que en ocho horas se pueden tararear bajito muchos gigas de música.
Y yo en medio, y la suela del zapato rota, y el calcetín en grave peligro de mojarse. Como se moja el pañal de un embrión de persona. Como el sudor resbalando por uno y otro costado.
Y los poros abiertos como bocas hambrientas, y el torrente sanguíneo dando por culo, y el pelo creciendo como la selva amazónica; ahogado y arrasado, acabándose minuto a minuto. Diez minutos para inhalar calor y toxinas. Para escapar del calor y la toxina del resto del día. Una noche para beber, emborracharse y tal vez intentar follar. Para olvidarse del resto de las noches.

I am the sky, she used to be fire.

viernes, 27 de julio de 2012



Cuando uno se guarda lo mejor para el final, a veces ya está podrido.

Mascar hielo en un rincón oscuro y taparse los oídos con su crujido, levemente desagradable. Pegarse a las paredes para intercambiar temperaturas y compensarse a uno mismo. Echar una moneda con prisa, con ganas de quedarse hasta el final y aplaudir, un poco. Mentir para vivir; mentir para dejar vivir.
Colorear sin salirse del contorno. Rodear el color para que se escape sólo lo justo e innecesario. Mecerse en el sueño acumulado y dormirlo de golpe vencido, soñando. Salir al exterior con los ojos cerrados para... poder salir al exterior. Podar malos pensamientos y plantar lecciones aprendidas, a ostias. Remar como si no hubiera un mañana para sudar los demonios internos.



sábado, 7 de julio de 2012

Bitter


Nancy Fawles tiene tantos nudos en la garganta que no quiere hablar, le cuesta respirar, le duele tragar.
Camina por la calle a horas inhumanas, precisamente para no encontrarse con humanos.

Candy Fawles resucita bajo la sábana bañada en sudor. Un sudor pegajoso que huele a hastío.
Siempre se queda el olor incrustado bajo las uñas. Pero para qué lavarlas. Le restarían personalidad. A Candy le gustaba ir acumulando trozos de particularidad para ir utilizándolos uno a uno en caso de emergencia. Como pieles nuevas, máscaras viejas, cáscaras secas.

Y sin embargo, Nancy no es infeliz. Es feliz con un poso de amargura en la planta de los pies. Que, se le pelan.

viernes, 15 de junio de 2012

Habla



Se secó el pozo y no carga la adrenalina.
Por no quedar no queda ni insomnio, y el aire se vuelve áspero.
Los pies se deslizan entre aspersores mal colocados.
La hiedra se engancha en tobillos, muñecas, pestañas.
Pestañas de acero contra el sol cabrón de la media tarde estival.
Hundir la cabeza en la almohada, y dejar de respirar.
Contraluz, sangre, vuelta a lo primigenio.
Barajar la posibilidad de barrer callejones estrechos y volver cada noche a la cueva a morir de un ataque de onanismo desenfrenado.
Quedarse dormido, sentir el pánico y el gusto de no poder moverse, y autozarandearse... y gritarse el nombre de uno mismo en el oído.
Estúpido todo, y toda la llana estupidez.

viernes, 8 de junio de 2012

Chicle de fresa


Ver alejarse la consciencia de uno mismo mientras se llega a la conclusión de que el hombre (como especie) perdió el alma cuando las palabras dinero y ropa se volvieron no contables.
Despertar en medio de la niebla y darse cuenta de que uno no llega. Volver a intentar dormir al darse cuenta de que no sabe a dónde.
Todo se tiñe de fetidez y los dedos de los pies agarran desesperados el borde del abismo.
Sabiéndose curado, uno sigue sintiendo dolor.
Posición fetal deconstruída, ronquidos ajenos que se vuelven más ajenos si cabe en el sueño. Que se unen al chirrido nocturno que culmina la cadena de importunios.

Despertar.
Son las 9.
Mierda.
He calculado mal.

jueves, 24 de mayo de 2012

Procrastinación


Era bonito, era jodidamente bonito.
Era un contínuo empujar hacia el abismo. Hacia la caída libre.
El pelo revoloteando sin llegar a azotar mejillas encendidas y amenazando pegarse a frentes sudorosas. Era sacar la cabeza del agua para respirar y no poder. Como sacar la cabeza por la ventanilla de un coche en velocidad. Boquear como un pez en la red, dando coletazos más bien inútiles.

Era duro, era jodidamente duro.
Mirar al techo en la oscuridad embriagado de soma. Decir ya es hora de levantarse y de volver a ello, a lo que sea.

sábado, 5 de mayo de 2012

Ibuprofeno 600



Nancy Fawles yacía boca arriba en su habitación. Líneas discontinuas aparecían y desaparecían sobre su techo. Había dedicado el día a descorchar botellas sin beberlas. Aún no le gustaba el amargo sabor de la adultez. Y no tenía prisa por apreciarlo. ¿O sí?

Candy Fawles había hecho prosperar tanto ingresos como fuentes, modos. Vendía amaneceres fantásticos a precios que volaban lejos de la humillación. Nanas que llevaban a un sueño profundo que rozaba la muerte, a precios que flotaban por encima del bien y del mal. A pesar de la velocidad que proporcionaban los cables, ella prefería utilizar los dedos. Mojar y arrastrar. Que cada gesto equivaliese a dar un paso en el camino deshecho. Que cada dígito fuese una caricia o un socavón, y no una mera prueba del crimen aún sin cometer.

Ambas se encontraban unidas esa noche por un fuerte dolor de cabeza. Una fotofobia aguda que no curaría hasta la noche siguiente. Nancy Fawles tenía migrañas. Candy Fawles resaca.

domingo, 1 de abril de 2012

Herencia múltiple


Era un danzar sin parar, un parar sin danzar
Un dulzor brevemente paladeado y olvidado a la mañana siguiente.
Se perdía a la deriva y volvía corriendo con el rabo entre las piernas.
Era una jauría de teorías rabiosas,
la sarna se apoderaba de ellas, y en sus jirones de piel caída en batalla se leían testamentos sin firmar.
"Muero y por eso he de avisar, que las cosas que he dejado sin hacer de repente me dan igual. Más igual que nunca, es más..."
Y así una cadena interminable de últimas palabras que no acababa nunca.

Quid pro quo. Hoy por tí, mañana por mí. Firma del solicitante. Fecha de caducidad.



lunes, 12 de marzo de 2012

Campo abierto



Candy Fawles comenzó a venderse, barato. Pestañas postizas, obscenos reflejos dorados en el pelo; y en los labios carmín, estridente.
Solía despertar con los ojos secos, algún corte insospechado en la epidermis, y algún recuerdo que no era suyo rondándole las sienes. Como bragas ajenas. No sabía de donde salían, pero ahí estaban, y no eran de nadie.
Aun así se sentía bastante competente. Ufana por dentro, indiferente por fuera. Achinando los ojos (había olvidado las gafas de sol en alguna parte, tal vez en algún lugar junto a sus bragas), dio buena cuenta de las babas que quedaban en el fondo de la litrona de cerveza.

Nancy Fawles no quería ir al colegio. Quería tumbarse bajo la sombra de algo que no fuera la tapia del colegio. Quemaba los bajos de la falda de su uniforme con un mechero con el que se topó en primavera. No se le había ocurrido qué uso darle hasta hoy.

domingo, 4 de marzo de 2012

Stratus



Me hallaba en una estancia mal iluminada, rallando pan, desmigando pensamientos.
Olvidando sonrisas bobas, autobuses perdidos;
pensando en el fin de las eras, tanto del tiempo como del campo.

¿Qué mierda es esta? Parece un cuaderno de ortografía...

Pero es así.

Sea, pues. Y que la inercia y la gravedad nos lleven al mar donde desembocan todos los ríos. Y lo importante no es el mar, lo importante es que desembocan.

lunes, 30 de enero de 2012

Grupo 1


Ha vuelto la bestia y sólo te queda un as en la manga.
Ha vuelto la bestia y ya no hay ovejas que sacrificar.
Ya no cabe la indulgencia bajo los agujeros en las medias y aunque me pese, se rompen,
más.
No sé tantas cosas... y de las que sé dudo otro tanto.
Un día ventoso se salió el sol de su elipse, y me quemó la retina izquierda. Volvió a su cauce, y me dejó los pies helados.

martes, 24 de enero de 2012

It's easy

Candy F. nunca tuvo perros, pero solía soñar con ellos.

Candy F. cenó estrellas solas aquella noche, sola. Con la satisfacción de nutrirse de lo que uno mismo ha cazado. Candy F. durmió con los ojos vendados aquella noche, bajo el edredón de cielo negro que había dejado previamente. Todo era negro, y cálido.

Y sin embargo, Candy F. despertó con dolor de garganta a la mañana siguiente. Dolor de garganta y algo que tiraba de su esternón hacia abajo y pesaba sobre su estómago llegando casi a los pies. Día gris, estrellas blancas con noche negra, mala combinación. Candy F. arrastraba los pies como alma en pena, pero no era suficiente, como nunca lo había sido. Seguía siendo descaradamente poco sutil.

_Estás muy guapa!

Aaaaaarggghh, la gente seguía viendo los polvos compactos por encima de la epidermis. Polvos. A polvos habría que curarlos a todos.

All you need is love.

jueves, 19 de enero de 2012

Naif

Esta no es Nancy Fawles. Tampoco es Candy Fawles.

Nancy Fawles se creía todo lo que le decían. Hablaba poco porque le gustaba escuchar, y porque tampoco sabía nunca responder. Era tranquila porque gustaba de observar el mundo como si de un hormiguero se tratara.
A Nancy Fawles siempre le dijeron que era lista, ordenada, educada... FALACIAS
Nancy Fawles tenía sed, pero la abonaban olvidándose de regarla. Nancy Fawles era tan desordenada que daría asco compartir madriguera con ella. Nancy Fawles aparentaba estoicismo victoriano por el simple hecho de que en realidad era algo maquiavélica.


Candy Fawles comenzó a preguntarse quién habría sido el idiota que le había hecho creer que era alguien que en realidad no era. Con reticencias, pero se lo había tragado sin respirar, con los ojos cerrados. Se apartó un mechón que le caía en la frente mientras daba una calada demasiado profunda al cigarro atrapado entre sus dedos de uñas con el esmalte no demasiado desconchado. Se apresuró a apagar el resquemor de la comisura de sus labios con un sorbo demasiado largo de café.

_Te cuesta pensar, eh?

_Sí... me cuesta... bastante.

La primera reacción de Candy Fawles fue la risa nerviosa. Porque sabía que era cierto. La segunda reacción de Candy Fawles fue ofenderse por dentro. Porque sabía que era cierto. La tercera reacción de Candy Fawles fue apartar el pensamiento para un rumiado posterior. Porque sabía que era cierto, pero no era el momento de pensar en certezas.

¿Qué sabía hacer Candy Fawles en realidad? Nada. Nada útil. Nada inútil. Tragar y escupir, inspirar y exhalar. Candy Fawles comenzaba a temer por su futuro. Porque haber decidido su fecha de muerte no era suficiente para pisar sobre seguro en el oscuro camino de la incertidumbre.

_Esta noche me comeré todas las estrellas que vea brillar desde mi ventana.

_Vale, dame un toque cuando lo hagas.


P.D. A Nancy Fawles no le gusta su nombre yanqui. A Candy Fawles tampoco.



miércoles, 11 de enero de 2012

Querer es podar



Mientras sigamos cuerdos, la razón nos seguirá lamiendo los dedos de los pies. Habrá partículas en el aire que creen enfermedades colectivas. Suicidios en masa desde lo alto de acantilados rocosos.

Ancianos matando sus últimas horas en los bancos de los parques, fumando en pipas que quisiera hacer mías, criando barbas frondosas y mullidas que quisiera hacer emblema de mi vejez. Tal vez luces de colores que nos hagan recordar que lo peor es soñarse vomitando en una urna de 20 metros cúbicos a la vez que tres arpías poliuretánicas no te quitan la vista de encima. Y lo peor, cuchichean. Y que ese sueño desemboque en confusiones de tinte erótico-político.

Despertarás sacándole el jugo a un caramelo de fresa pegado al paladar. Mentirás y negarás hasta las últimas consecuencias tu desconocimiento sobre el sabor del mismo. "Pero si sabe a limón! Limón con miel para más señas! Azucarado, no edulcorado, porque tengo miedo al cáncer de falta de afecto."
Tu hígado no puede más, se desgarra por dentro y eso que en vida no probaste ni una sola gota del líquido embriagador. En vida... pero nunca pensaste en muerte. En muerte cerebral te entregaste al etil, al perfume de la indefensión. Piensa ahora, o púdrete para siempre.