lunes, 30 de enero de 2012

Grupo 1


Ha vuelto la bestia y sólo te queda un as en la manga.
Ha vuelto la bestia y ya no hay ovejas que sacrificar.
Ya no cabe la indulgencia bajo los agujeros en las medias y aunque me pese, se rompen,
más.
No sé tantas cosas... y de las que sé dudo otro tanto.
Un día ventoso se salió el sol de su elipse, y me quemó la retina izquierda. Volvió a su cauce, y me dejó los pies helados.

martes, 24 de enero de 2012

It's easy

Candy F. nunca tuvo perros, pero solía soñar con ellos.

Candy F. cenó estrellas solas aquella noche, sola. Con la satisfacción de nutrirse de lo que uno mismo ha cazado. Candy F. durmió con los ojos vendados aquella noche, bajo el edredón de cielo negro que había dejado previamente. Todo era negro, y cálido.

Y sin embargo, Candy F. despertó con dolor de garganta a la mañana siguiente. Dolor de garganta y algo que tiraba de su esternón hacia abajo y pesaba sobre su estómago llegando casi a los pies. Día gris, estrellas blancas con noche negra, mala combinación. Candy F. arrastraba los pies como alma en pena, pero no era suficiente, como nunca lo había sido. Seguía siendo descaradamente poco sutil.

_Estás muy guapa!

Aaaaaarggghh, la gente seguía viendo los polvos compactos por encima de la epidermis. Polvos. A polvos habría que curarlos a todos.

All you need is love.

jueves, 19 de enero de 2012

Naif

Esta no es Nancy Fawles. Tampoco es Candy Fawles.

Nancy Fawles se creía todo lo que le decían. Hablaba poco porque le gustaba escuchar, y porque tampoco sabía nunca responder. Era tranquila porque gustaba de observar el mundo como si de un hormiguero se tratara.
A Nancy Fawles siempre le dijeron que era lista, ordenada, educada... FALACIAS
Nancy Fawles tenía sed, pero la abonaban olvidándose de regarla. Nancy Fawles era tan desordenada que daría asco compartir madriguera con ella. Nancy Fawles aparentaba estoicismo victoriano por el simple hecho de que en realidad era algo maquiavélica.


Candy Fawles comenzó a preguntarse quién habría sido el idiota que le había hecho creer que era alguien que en realidad no era. Con reticencias, pero se lo había tragado sin respirar, con los ojos cerrados. Se apartó un mechón que le caía en la frente mientras daba una calada demasiado profunda al cigarro atrapado entre sus dedos de uñas con el esmalte no demasiado desconchado. Se apresuró a apagar el resquemor de la comisura de sus labios con un sorbo demasiado largo de café.

_Te cuesta pensar, eh?

_Sí... me cuesta... bastante.

La primera reacción de Candy Fawles fue la risa nerviosa. Porque sabía que era cierto. La segunda reacción de Candy Fawles fue ofenderse por dentro. Porque sabía que era cierto. La tercera reacción de Candy Fawles fue apartar el pensamiento para un rumiado posterior. Porque sabía que era cierto, pero no era el momento de pensar en certezas.

¿Qué sabía hacer Candy Fawles en realidad? Nada. Nada útil. Nada inútil. Tragar y escupir, inspirar y exhalar. Candy Fawles comenzaba a temer por su futuro. Porque haber decidido su fecha de muerte no era suficiente para pisar sobre seguro en el oscuro camino de la incertidumbre.

_Esta noche me comeré todas las estrellas que vea brillar desde mi ventana.

_Vale, dame un toque cuando lo hagas.


P.D. A Nancy Fawles no le gusta su nombre yanqui. A Candy Fawles tampoco.



miércoles, 11 de enero de 2012

Querer es podar



Mientras sigamos cuerdos, la razón nos seguirá lamiendo los dedos de los pies. Habrá partículas en el aire que creen enfermedades colectivas. Suicidios en masa desde lo alto de acantilados rocosos.

Ancianos matando sus últimas horas en los bancos de los parques, fumando en pipas que quisiera hacer mías, criando barbas frondosas y mullidas que quisiera hacer emblema de mi vejez. Tal vez luces de colores que nos hagan recordar que lo peor es soñarse vomitando en una urna de 20 metros cúbicos a la vez que tres arpías poliuretánicas no te quitan la vista de encima. Y lo peor, cuchichean. Y que ese sueño desemboque en confusiones de tinte erótico-político.

Despertarás sacándole el jugo a un caramelo de fresa pegado al paladar. Mentirás y negarás hasta las últimas consecuencias tu desconocimiento sobre el sabor del mismo. "Pero si sabe a limón! Limón con miel para más señas! Azucarado, no edulcorado, porque tengo miedo al cáncer de falta de afecto."
Tu hígado no puede más, se desgarra por dentro y eso que en vida no probaste ni una sola gota del líquido embriagador. En vida... pero nunca pensaste en muerte. En muerte cerebral te entregaste al etil, al perfume de la indefensión. Piensa ahora, o púdrete para siempre.