sábado, 29 de enero de 2011

De perdices al río



Hoy vomitaría mis interiores hasta quedarme vacía,
porque respiro polvo y exhalo cadenas de palabras esclavas fustigadas por cada uno de los chasquidos de mi lengua seca
A un ritmo funerario, a tres pulgadas de mi nariz y a veinte latidos de un fluorescente al borde de la muerte.
Y mañana se desliza un rayo de sol por mi espalda,
se refleja en la pared de enfrente y me ciega a la vez.
Me calienta la columna vertebral, me hace crujir el esternón,
varias veces
y a veces crea interferencias con el suspiro del poliexpán bajo mis dedos,
me permitía ver la cuarta dimensión con sonido estereofónico
joder! hoy me comería a mi misma tres veces.

viernes, 14 de enero de 2011

Reflexiones de ascensor



Intentamos ser indicativos, y ante el fracaso de ese intento,
nos volvemos imperativos o subjuntivos.
Pasan más años, y como mucho fardamos de participios...
Qué pena que haya tan poca gente gerundia!!


Atestada de herrumbre y sangre, se metió bajo el grifo
_No hay agua caliente_ le pareció oir bajo el chorro de agua helada.
Gélidas gotas resbalaban por su nariz, cayendo sobre su pecho
Se agachó para buscar sus calcetines perdidos,
y tras encontrar otros y ponérselos, cerró el grifo
lamentando en algún lugar secundario de su cabeza el que éste estuviese manchado de arenilla que,
irremediablemente,
se metería entre sus cortas uñas tintándolas de un color inhumano, autómata, anciano.


Mientras la nariz me goteaba sangre esta mañana,
he pensado que ese intercambio de esencias ha sido un saludo en toda regla.

lunes, 3 de enero de 2011

Where was I last night?



Me encuentro pariendo ideas de corta gestación que nacen muertas.
La pecera en la que vive mi cabeza se va llenando poco a poco de ácido úrico.
Intento respirar bajo la distraída mirada, casi de soslayo, del zorro disecado que se esconde en la esquina,
cierro los ojos y me doy cuenta de que llevo ocho horas sin respirar,
de que mis pulmones quieren estallar
de que las punzadas que me dan resquebrajan las baldosas de la aséptica estancia que nos acoge
y cuando no puedo más, decido cabalgar a lomos de un caballo más blanco que esas baldosas
y me aferro a sus crines
y lo olvido todo
y todo se vuelve ligero, ingrávido
y súbitamente sus flancos se disuelven en una espuma blanquísima
y en una vuelta centrífuga abro los ojos,
aún tengo espumarajos en la comisura de los labios,
y entre las piernas se me escurre otra idea... muerta.