viernes, 27 de julio de 2012



Cuando uno se guarda lo mejor para el final, a veces ya está podrido.

Mascar hielo en un rincón oscuro y taparse los oídos con su crujido, levemente desagradable. Pegarse a las paredes para intercambiar temperaturas y compensarse a uno mismo. Echar una moneda con prisa, con ganas de quedarse hasta el final y aplaudir, un poco. Mentir para vivir; mentir para dejar vivir.
Colorear sin salirse del contorno. Rodear el color para que se escape sólo lo justo e innecesario. Mecerse en el sueño acumulado y dormirlo de golpe vencido, soñando. Salir al exterior con los ojos cerrados para... poder salir al exterior. Podar malos pensamientos y plantar lecciones aprendidas, a ostias. Remar como si no hubiera un mañana para sudar los demonios internos.



sábado, 7 de julio de 2012

Bitter


Nancy Fawles tiene tantos nudos en la garganta que no quiere hablar, le cuesta respirar, le duele tragar.
Camina por la calle a horas inhumanas, precisamente para no encontrarse con humanos.

Candy Fawles resucita bajo la sábana bañada en sudor. Un sudor pegajoso que huele a hastío.
Siempre se queda el olor incrustado bajo las uñas. Pero para qué lavarlas. Le restarían personalidad. A Candy le gustaba ir acumulando trozos de particularidad para ir utilizándolos uno a uno en caso de emergencia. Como pieles nuevas, máscaras viejas, cáscaras secas.

Y sin embargo, Nancy no es infeliz. Es feliz con un poso de amargura en la planta de los pies. Que, se le pelan.