miércoles, 27 de abril de 2011

Vorágine primaveral



Regresar a la piscina amniótica que tal vez fuera el más lúcido de los sueños
era lo que se proponía
Porque a golpe de gradina se desollaba su vida
Ni la sangre tonta de la punta de los dedos
era suficiente para tapar las grietas que se abrían a paso desanimado
por los músculos que burbujeaban bajo su piel.

Sobre las briznas de hierba que aguijoneaban su espalda,
que soterraba hormigueros y flores,
que le hinchaban los ojos,
que se cerraban bajo la flota de algodón
que se cernía sobre el cielo azul pálido,
veía una aproximación de lo que debían ser las estrellas cegadas por el sol.

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