viernes, 4 de febrero de 2011

En precario equilibrio



Murió borracha de trementina y moho,
escuchando la insistente llamada de la lluvia en su ventana.
En su lecho de muerte encontré una hoja seca,
sobre su cuerpo brillaba el sol.
La autopsia me contó que detestaba los colores pardos
y que su padre pintaba feo.
Le gustaban los muchachos sonrientes,
beber sin control y a deshora,
robar los testimonios enredados en el manicomio
y sacar a pasear su fingida ignorancia al sol.

2 comentarios:

  1. Creo que he vuelto
    y veo que echaba de menos leer tu blog :)

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  2. La calma es como una herida abierta;húmeda,persistente,dolorosa e inevitable.

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