sábado, 22 de agosto de 2009

Balla jilipoyez


Mis veranos siempre guardaron días de reflexión, hastío y tedio
Oscuros, pegajosamente cálidos y nauseabundamente anoréxicos
Aburrimiento puro era el que me empujaba a retomar viejas costumbres
Acallaba voces, hacía espacio a la retrospectiva
Que extrañamante agradable era cubrirse de una nube de mi misma
Y que desagradable era palpar y conocer aquella nube hasta la saciedad
Hasta que nada nuevo quedaba por descubrir
Hasta que lo único que hacían las lentes eran enfocarla dolorosamente
El tiempo se desbordaba por todas partes,
caía a borbotones por entre las sábanas calientes
y sufría las tergiversadas conversaciones de una mente desvaída
que ya no distinguía entre el proyecto y la sombra.
Mis veranos siempre guardaron días en los que los colores se derretían entre las agujas del reloj...

martes, 4 de agosto de 2009

Qué, cómo, por qué?



Se sentaba la paciencia,
bajo el baile de manchas de luces y sombras que proyecta la pereza
y fumaba, despacio,
más despacio que el desplazamiento lento de unos ojos alienados
y de su boca zarpaban barcos de humo condensado.
Pájaro emperchado, que esperas tú de la vida?
Frágiles atmósferas que gritan de impotencia al explotar,
al llover sobre el asfalto gris, al mojar las grietas de la alcantarilla vencida
al soñar con utopías que solo caben entre oreja y oreja...
Me sumo a las voces ciegas que suspiran candentes,
sin escuchar, sin confundirse, sin arrepentirse;
y todas las lombrices respiraron a una,
y una locura saltó en pos de otra.